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Congreso UAH, IDADFE y el Imserso en Guadalajara

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Espero que guste este vídeo de Pixar tanto como me gustó a mí. Cuando lo vi, no sólo me gustó por cómo está hecho y la idea o ideas que puede transmitir, sino también porque me hizo reflexionar…



La semana pasada tuve la oportunidad de asistir en Guadalajara a un Congreso Nacional donde la UAH, IDADFE y el Imserso: Proyecto I+D+I colaboraban como entidades. En él se pusieron sobre la mesa los retos pendientes de la sociedad en cuestiones de edad y sexo.

En la última sesión se trabajó en grupos, sintetizando las ideas que fuimos recogiendo para así concluir con posibles soluciones o propuestas de mejora. Posteriormente fuimos exponiendo a través de un portavoz nuestras ideas. Finalmente, la moderadora inició un debate con los temas que fueron surgiendo a lo largo de las exposiciones. Entre ellos, se habló de la incomodidad general que observamos en la sociedad. Esta incomodidad no incide meramente en cómo estén dispuestas las leyes, sino que parece ser un problema social, parece ser un conflicto de valores, como un niño que entra en la etapa adolescente. Es posible que el adolescente sienta cierta vacilación e indecisiones, que requiera un cambio y necesite estabilidad y respuestas a sus dilemas para poco a poco alcanzar la etapa adulta.

Nuestra sociedad se ha ido desarrollando en base a los cambios que se han ido produciendo en ella y, llegados a este trance, quizá lo que necesite es otro cambio más. Como un adolescente. Un cambio progresivo en nuestra forma de ver las cosas como sociedad. Vivir en ella requiere contar con ciertas habilidades sociales que hemos de ir adquiriendo. Habilidades que posiblemente se irán constituyendo en relación a unos principios o valores y a las experiencias vividas.

En el debate expuse mi reflexión sobre este tema haciendo referencia a los valores, me centré en uno en especial; el respeto. Creo que es algo que debería respirarse allá donde vayamos. Posiblemente hiciese más fácil la convivencia de puntos de vista heterogéneos, ya que es muy difícil que todo el mundo piense igual. En la mayoría de cuestiones habrá dualidad o pluralidad de opiniones.

No todos contamos con la misma experiencia y manera de interpretar el mundo que nos rodea. Pero sí con la opción de cultivar ciertos valores y llevarlos a una tierra tan fértil como puede ser la sociedad en la que nos encontramos.
Gracias a la labor de Mina de Archila como moderadora, ensanchamos este pequeño debate para sembrar junto al respeto otros valores como la honestidad, la veracidad, la igualdad, la libertad… como valores universales.

Quizá no sepamos muy bien qué hacer para que broten y dejen de ser universales en la teoría para pasar a serlo en la práctica. Un reto difícil.
Pero sí podemos reflexionar sobre ellos, y si lo hacemos, se les estará dando la oportunidad de florecer.




Para terminar, adjunto un pequeño cuento de Gabriel García Márquez. Una invitación a la reflexión.

Un científico, que vivía preocupado con los problemas del mundo, estaba resuelto a encontrar los medios para aminorarlos. Pasaba días en su laboratorio en busca de respuestas para sus dudas. Cierto día, su hijo de 7 años invadió su santuario decidido a ayudarlo a trabajar. El científico, nervioso por la interrupción, le pidió al niño que fuese a jugar a otro lado. Viendo que era imposible sacarlo, el padre pensó en algo que pudiese darle con el objetivo de distraer su atención. De repente se encontró con una revista, en donde había un mapa con el mundo, justo lo que precisaba.

Con unas tijeras recortó el mapa en varios pedazos y junto con un rollo de cinta se lo entregó a su hijo diciendo:

"Como te gustan los rompecabezas, te voy a dar el mundo todo roto para que lo repares sin ayuda de nadie".
Entonces calculó que al pequeño le llevaría 10 días componer el mapa, pero no fue así. Pasadas algunas horas, escuchó la voz del niño que lo llamaba calmadamente. "Papá, papá, ya hice todo, conseguí terminarlo".

Al principio el padre no creyó en el niño. Pensó que sería imposible que, a su edad hubiera conseguido recomponer un mapa que jamás había visto antes.

Desconfiado, el científico levantó la vista de sus anotaciones con la certeza de que vería el trabajo digno de un niño.

Para su sorpresa, el mapa estaba completo. Todos los pedazos habían sido colocados en sus debidos lugares. ¿Cómo era posible? ¿Cómo el niño había sido capaz? De esta manera, el padre preguntó con asombro a su hijo:

"Hijito, tú no sabías cómo era el mundo, ¿cómo lo lograste?"


“Papá, - respondió el niño- yo no sabía como era el mundo, pero cuando sacaste el mapa de la revista para recortarlo, vi que del otro lado estaba la figura de un hombre. Así que le di la vuelta a los recortes y comencé a recomponer al hombre, que sí sabía como era. Cuando
conseguí arreglar al hombre, le di la vuelta a la hoja y vi que había arreglado al mundo".

(Gabriel García Márquez)

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